UN TRICAMPEONATO ESQUIVO, CON UN CARDENALES QUE FUE MÁS CORAZÓN QUE FUERZA

        Con el cierre de la temporada 2020-2021 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional en Venezuela, y con ello la titulación de Caribes de Anzoátegui como reinante campeón del torneo por cuarta vez en los últimos diez años, la gerencia del Cardenales de Lara encabezada por Humberto Oropeza (Presidente) y José Yepez (Gerente deportivo) se despide del torneo con un sabor amargo entre los labios, tras no alcanzar el tan anhelado tricampeonato y no poder repetir los honores de las pasadas dos campañas.

        Es verdaderamente fácil hablar de Cardenales y pensar en uno de los equipos más formidables y competitivos de los últimos cinco años en la la liga, pues así lo demuestran el mismo número de apariciones en instancias finales de forma consecutiva y sus dos campeonatos alcanzados desde la 2016-2017. El origen de todo esto, se extrapola a la excelente gestión en sus oficinas directivas donde año tras año ha sabido cubrir las necesidades primarias de un equipo que hasta no hace mucho era subestimado por varios y temido por pocos.

        Todo inicia en el año 2016, cuando el ex receptor del equipo José "Chato" Yépez asume el rol de gerente deportivo y reestructura completamente de forma consciente o no, la identidad de los crepusculares. Hasta entonces, Cardenales ha sido uno de los equipos más activos del mercado, realizando movimientos inteligentes para cubrir una de sus principales precariedades: el pitcheo. Es así como los nombres de Williams Pérez y Pedro Rodríguez empiezan a vestir el uniforme larense para levantar a un cuerpo de lanzadores con problemas la última década.

        Tras dos campeonatos al hilo, la 2020-2021 no dejaba de ser retadora para los dirigidos por José Moreno, quienes ahora tenían en puerta poder levantar el trofeo por tercera vez consecutiva. A lo largo de toda la temporada regular respondieron a lo que estaban llamados a ser: uno de los equipos a vencer durante el año. Y no era casualidad de que ocuparan durante esos meses las casillas entre los equipos del torneo con mejor bateo y pitcheo colectivo, de acuerdo a datos de Pelota Binaria.

        Con adquisiciones de impacto como lo fueron las de Gorkys Hernández, René Reyes y el norteamericano Logan Darnell, se buscó equilibrar un roster que también mostraba una cara joven y talentosa para el inicio de la temporada, mostrando el talento, la energía y la chispa de jugadores como Gabriel MorenoMáximo CastilloArgenis AnguloOswald Peraza y César Izturis Jr quienes supieron aprovechar las oportunidades brindadas para ir moldeando sus habilidades en el terreno. A su vez, una de las características que más mostró el equipo esta temporada, fue su capacidad constante de remontar compromisos en el último tercio de juego. Más del 70% de sus victorias llegaron por esta vía, haciéndolos merecedores de un espíritu competitivo y ganador del 7mo inning en adelante.

      Carlos Rivero, fue sin duda pilar importante en los logros alcanzados por el Cardenales a lo largo de todo el año. Rivero con temporadas previas de altos y bajos, supo reencontrarse nuevamente con su bate y liderar la ofensiva barquisimetana juego tras juego; punto a rescatar ya que era uno de los jugadores que más preocupaba al cuerpo técnico los últimos años, debido a su estancamiento ofensivo.

        Sin embargo, todo se vió desmoronado en las instancias finales. El pitcheo, factor que inicialmente fue uno de sus fuertes, se debilitó en medida con la salida del roster de Máximo Castillo, quien por órdenes de los Azulejos de Toronto tuvo que parar su participación en la liga. A su vez, el bateo oportuno que tanto lo acompañó durante los primeros meses de campeonato, se vió mermado en un slump del cuál nunca despertó. Esto, acompañado de otros infortunios hicieron que cedieran plaza ante unos Caribes de Anzoátegui, que liderados por Mike Alvarez supieron llevar a cabo el ABC del béisbol, haciendo las pequeñas cosas del juego y aprovechando los descuidos de un roster crepuscular agobiado y alicaído levantaron el trofeo de la temporada No.75 de la LVBP, creando así una nueva rivalidad.

        Ahora, tendrán que pasar la página y pensar en la temporada venidera, que aun cuando después de lo sucedido no deja de ser atractiva para Lara, los cuales poseen talento de sobra en sus filas y con un gran abanico de posibilidades a la hora de armar el lineup pieza por pieza, de la mano con un cuerpo técnico experimentado y probado en la liga que sabrá cómo encajar y pulir las piezas en los momentos oportunos. No obstante, el rostro del equipo empieza a tornarse maduro de cierta forma y aquellos nombres que los hicieron grandes los últimos 5 años ya dejan de ser jóvenes deportivamente hablando, lo que se traduce en un mayor desgaste físico y disminución progresiva de su rendimiento en el terreno de juego. Por tal razón, no sería descabellado prescindir de algunos los próximos años, para obtener jugadores más frescos. 

        De lo que si no cabe duda, es del gran momento que atraviesa esta organización en el país y de la huella que va dejando durante este último lustro; un Cardenales de Lara con más corazón que fuerza listo para hacerle frente a los retos que el beisbol le pone en el camino, más como una familia dentro y fuera del terreno que como una organización deportiva.


"Cardenales es del tamaño de su patrimonio como el de la Divina Pastora, el Obelisco y como los crepúsculos. De ese es el tamaño del compromiso que tiene la oficina para volver a ser campeones y buscar el séptimo trofeo de la historia" - Alfonso Saer Gómez

        




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